jueves, 4 de febrero de 2010

Acceso gastrointestinal.


Hace tiempo te escribí un poema
¿dónde se quedó aquella pena?

En el limbo de los besos,
seguro.
Donde acaba lo blanco y empieza el NEGRO.
En tus brazos flaquitos,
en tus piernas, que cabían en mis oídos.

Una vez sonaste como una sinfonía, una sonata después.
un solo de piano,... una nota.

Un RE sostenido que llegaba hasta mis huesos de cal,
¡Los rompían!

al final, eres sólo aire,
pero no de aquel sucio que respiramos, tú, yo, el mundo,
sino de aquel otro blanco que no se respira, se esnifa.

Ahora, estás en un bar, en otro,
en copas de mezclas insospechadas...
en fin.
Lo que queda sería suficiente,
si durara.

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